viernes, 12 de febrero de 2016

Pepona on the rocks

                                                                              
                                                           por Pablo Iván

No es un actor de Hollywood ni una estrella de rock and roll. La foto es de El Gráfico, 24 de octubre de 1972, extraída de una entrevista titulada "José Omar Reinaldi, la 'vedette' de Belgrano de Córdoba".

Escribe el periodista Carlos Thiery: "Flor de sandwich: la camiseta celeste de Belgrano, emparedada desde arriba por la inconfundible brocha rubia, desde abajo por 24 tapones que danzan sobre el césped, tocándolo apenas. José Omar Reinaldi -más conocido por el alias inmortal "La Pepona"- es la bandera cordobesa del fútbol argentino, aunque digan que no es valiente, que no llega al área y que de tanto en tanto se desenchufa del partido. Estas tres leyendas, definitivamente agregadas al folklore cordobés, se pueden discutir bastante y serán discutidas hasta el juicio final de los ilustres boliches del barrio Clínicas".

Año tras año se anunciaba una posible transferencia que nunca llegaba, a un club de Buenos Aires o del exterior: "Sin embargo aquí me tenés. A veces creo que voy a terminar mi carrera en Belgrano y la idea no me molesta”. 

Cada tanto me pregunto, qué hubiera pasado si este extraordinario jugador no hubiera jugado en Talleres. Está claro que sería el GRAN ídolo, quizás el máximo de la historia; sin embargo, esa desafortunada  decisión lo redujo a ser una de las más grandes figuras que han pasado por el Club, aunque nos parezca poco. Los números hablan por sí solos: 266 partidos, 104 tantos, jugando sin interrupción entre 1968 y 1975, y posteriormente en 1981 y 1984.

La Pepona se perdió de mucho amor popular, de que lo lleven a cococho por la peatonal, de que lo besen en los bares en las madrugadas, de que lo cansen con pedidos de fotos y autógrafos. Se perdió de ser una leyenda irrefutable. Incluso, de que la tribuna sur del Kempes lleve su nombre; el de un futbolista cordobés, bien nuestro, como ocurre con el resto de las gradas del estadio.

Han pasado 44 años desde que publicaron esta nota y el panorama no ha cambiado, respecto de lo que genera esta personalidad en el ambiente del fútbol. Tal como vaticinó aquel periodista, las opiniones sobre él siguen y serán siendo discutidas en los boliches más ilustrados del Clínicas. Hay quienes lo valoran por su condición de crack, por gratitud ante tantas emociones vividas en El Gigante; o por la nostálgica premisa de que todo pasado fue mejor. Mientras que otros lo defenestran por la dolorosa puñalada que significó verlo vestido de azul y blanco. Herida que todavía sangra, en las almas de quienes lo bancan y en las de sus más acérrimos detractores.

Querido y odiado por igual, el implacable paso del tiempo no logró que “La Pepona” nos sea indiferente. Que se nos quite de la boca ese sabor tan amargo y tan dulce a la vez, pero jamás insulso. Se trata de un “distinto”, digan lo digan. La estética de su look en buena medida contribuye: los posters más hermosos de Belgrano, son los que brillan con su melena y su bigote dorado, a lo Hulk Hogan.

Cuando me angustio pensando en lo que pudo ser y no fue,  suelto esta frase al viento para consolarme: "La Pepona es como esa mina que te caga, pero la seguís queriendo".


                                                                                                                   

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